Si uno de tus propósitos de año nuevo ha sido cambiar de hábitos de alimentación, perder peso u optar por una dieta más saludable… y todavía los sigues manteniendo. Es probable que me leas con un zumo de frutas en la mano o que al menos hayas tomado uno a lo largo del día.
De ante mano te pido perdón si te tiro este mito por tierra, pero la realidad es que el zumo de fruta, no es fruta. De hecho no lo es aunque sea 100% natural. Y el motivo principal es porque contiene casi tanto azúcar y las mismas calorías que un refresco. Esto sucede porque los azucares presentes en el zumo -desprovistos de la fibra que contiene la fruta- se consideran azúcares libres. Por este motivo las recomendaciones del famoso plato de Harvard recomiendan limitar su consumo a un vasito al día.
Y es que a pesar de que los zumos de fruta 100% naturales proceden lógicamente de la fruta, al exprimirlos prácticamente la totalidad de la fibra que contiene naturalmente, acaba en la basura. Lo que contribuye a que los carbohidratos que están presentes de forma natural se absorban mucho antes. Así pues, los efectos metabólicos de la fruta no son equiparables a los zumos tal y como explica el texto Mejor una fruta entera que un zumo. Es importante también tener en cuenta el efecto que tienen sobre la saciedad los zumos con respecto a la fruta. Así como una naranja nos puede dejar saciados, un zumo de la misma que contendrá entre 2 y 4 piezas se consume mucho más rápido que la fruta sin exprimir y no estimulan la masticación.
Así pues si pues si considerabas que beber zumos de fruta es equiparable a tomarte un zumo natural o lo veías como una alternativa «más natural» a los refrescos, es momento de replanteártelo.
Calma tu sed con agua y la fruta tómala entera.
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